A lo largo de todo el proceso de elaboración de la miel, pueden producirse algunas contaminaciones que dañan notablemente la calidad exigible a un alimento tan interesante desde el punto de vista nutricional y terapéutico. Estas contaminaciones pueden ser motivadas por:
- Residuos de medicamentos empleados en el tratamiento de las enfermedades de las abejas (antibióticos, acaricidadas)
- Residuos de pesticidas empleados en la agricultura de los campos donde se disponen las colmenas.
- Metales pesados, debido fundamentalmente a los recipientes de plomo o zinc usados en la extracción de la miel. La utilización de acero inoxidable es la mejor solución a este problema.
Por todo esto, la mejor garantía la obtendremos consumiendo mieles cuya elaboración se haya efectuado en campos de cultivo biológico, alejados de zonas industriales y carreteras de tránsito frecuente, complementada con una correcta actuación del apicultor y elaborador final del producto.
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