Las abejas recogen los gránulos de polen en los sacos polínicos de sus patas traseras; éstos se desprenden de ellas cuando van a entrar a la colmena, quedando depositados en un pequeño recipiente.
Como en toda célula germinal, el contenido en vitaminas, enzimas, aminoácidos y minerales es muy alto. Esto hace que sea un complemento dietético ideal para aquellos estados nutricionales en los que se manifieste alguna deficiencia (anemia, astenia, piel y cabellos deteriorados) o se prevea una necesidad especial (crecimiento, actividad deportiva, convalecencia, ancianidad).
El polen se consume directamente, su sabor poco agradable hace que generalmente se tome disuelto con un poco de leche, zumo o miel.
Las dosis habituales son: media o una cucharadita diaria para los niños, y una cucharada rasa al día para los adultos. Se aconseja tomarlo todos los días durante al menos tres semanas, descansando una semana antes de repetir la tanda, si se cree conveniente.
Las épocas más indicadas para las tomas son los cambios estacionales más criticos: inicio de la primavera y otoño.
Algunos autores alertan sobre la posibilidad de alergias. En prevención de reacciones adversas, es aconsejable comenzar dando un solo grano de polen y aumentar en un grano cada día, especialmente en los niños.
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