miércoles, 8 de julio de 2009

Agua

El agua es la sustancia más abundante de la biosfera. Los seres vivos están compuestos por agua en unas proporciones que varían entre el 65% y 95%. En el hombre representa un 63% del peso total.

Sin embargo, se pierde fácilmente a través del sudor, la respiración, la orina y las heces. Por esto debemos ingerirla frecuentemente para reemplazarla y mentener constante su cantidad.

Se trata de un componente esencial para el mantenimiento de la vida. El papel que ejerce en el organismo tiene vertientes fundamentales:
  • Estructural. Las células están constituidas, en primer lugar, de agua. En ella se encuentran en solución o suspensión otros elementos orgánicos.
  • Transportadora. El agua es uno de los ingredientes fundamentales de la sangre y la linfa. Disuelve y transporta los nutrientes hasta las células, retirando a su vez los productos del metabolismo celular.
  • Reguladora de temperatura. Por su elevado poder calórico, puede almacenar calir sin aumentar sensiblemente la temperatura, facilitando así la homogeneidad térmica. Por otra parte, su elevado punto de evaporación contribuye a la regulación de la temperatura corporal en la sudoración (un litro de agua necesita 600 calorías para evaporarse, que se sustraen a la temperatura corporal).
El agua no sufre ningún proceso digestivo, pero interviene en la digestión de los nutrientes de los alimentos. Tampoco tiene valor energético. Se considera nutriente por ser necesaria su presencia para una correcta alimentación.

Distribución del agua en el organismo


El agua se encuentra distribuida en el organismo de la siguiente forma:
  • Intracelular: Se halla en el interior de las células.
  • Circulante: Se encuentra en el torrente sanguíneo.
  • Intersticial: Está retenida entre las células, en los diferentes tejidos corporales.
El plasma sanguíneo y el líquido intersticial representan el agua extracelular. El equilibrio entre esta fracción y el agua intracelular se mantiene gracias a la acción de los electrolitos a un lado y otro de la membrana celular, obedeciendo a las leyes físicas de ósmosis.

Electrolitos

Sons sustancias o compuestos que, cuando se disuelven en agua, se disocian en iones de carga positiva (cationes) y de carga negativa (aniones). Los electrolitos pueden ser sales inorgánicas sencillas de sodio, potasio, magnesio, o bien moléculas orgánicas complejas.

Sodio (Na+): Es el principal catión del líquido extracelular. Regula el volumen del plasma y ayuda en la conducción de impulsos nerviosos y en el control de la contracción muscular.

La ingestión aguda excesiva de sodio origina edema e hipertensión. Sin embargo, el riñón suele ser capaz de eliminar el exceso de sodio. Es más importante la ingestión excesiva crónica.

Se recomienda un límite no superior de 6g/día de cloruro de sodio, debido a su posible acción en el desarrollo de hipertensión.

Cloro (Cl-): Es el principal anión del líquido extracelular. Unido al sodio, ayuda a conservar el equilibrio del agua y la presión osmótica.

Potasio (K+): Es el principal catión del líquido intracelular. Junto al sodio, participa en la conservación del equilibrio normal del agua, el equilibrió osmótico y de ácidos y bases.

Junto con el calcio, es importante para la regulación de la actividad neuromuscular.

Promueve el crecimiento celular y ejerce un efecto preventivo contra la hipertensión.

Presión osmótica

Se denomina ósmosis a la difusión de líquidos de diferente concetración a través de una membrana semipermeable que los separa.

La presión osmótica es la presión de una solución relacionada de forma directa con la concentración de sustancias disueltas en la misma. Suele denominarse presión en la membrana celular.

Aunque las variaciones en la distribución de los iones sodio y potasio son la principal causa de los cambios de agua entre los diversos compartimientos de líquidos, el cloruro y el fosfato igualmente pueden influir en el equilibrio hídrico.

Las proteínas (que no se difunden por su gran tamaño) también tienen importancia en la conservación del equilibrio osmótico.

La presión oncótica es la presión en la membrana de los vasos sanguíneos capilares debida a las proteínas disueltas en el plasma y los líquidos intersticiales. Ayuda a conservar agua en los vasos sanguíneos, evitándose así su escape del plasma hacia el líquido intersticial.

En estados patológicos como la desnutrición de proteínas, en los que el contenido de éstas en el plasma es excepcionalmente bajo, el agua escapa hacia los líquidos intersticiales y causa edema (acumulación anormal de líquido en los espacios intercelulares de los tejidos o cavidades corporales).

Equilibrio del agua

El contenido de agua del peso corporal sin grasa permanece bastante constante por regulación homeostática, debido a las interacciones entre la hormona antidiurética (ADH) y el aparato digestivo, los riñones y el cerebro. La cantidad dea gua que se ingiere a diario equivale a la que se pierde.

La sed suele ser una guía adecuada para la ingestión del agua, excepto en lactantes, personas enfermas y ancianos, en quienes está disminuida la sensación de sed.

Cuando aumentan los valores de sodio en la sangre, los receptores de la sed en el hipotálamo estimulan su sensación. La regulación del equilibrio del sodio está controlada por la aldosterona, hormona corticoide que secreta la corteza suprarrenal.

El estrógeno causa retención de sodio y agua. Los cambios en el equilibrio de sodio y agua durante el ciclo menstrual, el embarazo y el uso de anticonceptivos orales, se deben, en parte, a cambios en los valores de progesterona y estrógeno.

Consumo de agua

En general se recomienda ingerir de 30 a 35 g de agua por Kg de peso corporal. Pero hay variaciones importantes según las pérdidas por clima o situaciones patológicas. Esta ración incluye también el agua presente en los alimentos. En todo caso, un adulto debería tomar un litro y medio de agua al día.

Es mejor beberla entre las comidas, el mínimo posible durante éstas, y esperar al menos una hora después de las mismas para beber nuevamente.

También es conveniente beber agua, despacio y no muy fría, después de hacer ejercicio.

Un vaso de agua tibia en ayunas es una buena práctica que ayuda a eliminar toxinas.

Las aguas ideales para ser consumidas son las de manantial, no tratadas químicamente y con una composición equilibrada de minerales.

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